Martin-Martin GP, Martin del Toro R. Cádiz, cuna de la cirugía moderna española: una perspectiva para los cirujanos del siglo XXI. Cir Andal. 2025;36(4):399-401. DOI: 10.37351/2025364.11
Fecha de recepción: 10 Octubre 2025
Fecha de aceptación: 20 Noviembre 2025
Fecha de publicación: 17 Diciembre 2025
Páginas: 399-401
GP Martin-Martin
Hospital Recoletas Salud López Cano Cádiz y Hospital Universitario Punta de Europa Algeciras.
R Martin del Toro
Hospital Central Universitario de la Defensa Gómez Ulla Madrid.
Gonzalo Pablo Martin-Martin
Hospital Universitario de Burgos
09006 Burgos
anaarmendariz@saludcastillayleon.es
A mediados del siglo XVIII, la cirugía española se encontraba en franca decadencia, fragmentada entre cirujanos latinos y barberos de escasa formación. La Armada, en plena expansión ultramarina, se vio obligada a recurrir a profesionales extranjeros. Ante esta necesidad, el cirujano mayor Juan Lacomba y su discípulo Pedro Virgili impulsaron la creación del Real Colegio de Cirugía de la Armada en Cádiz en 1748. Esta institución, pionera en la docencia anatómica, clínica y práctica operatoria, supuso el inicio de la cirugía científica en España y el germen de los posteriores Colegios de Barcelona y Madrid. El llamado "Milagro de Cádiz" simbolizó la integración definitiva de Medicina y Cirugía, y su legado perdura en la actual Facultad de Medicina gaditana. Este artículo pretende ofrecer a los cirujanos jóvenes una perspectiva histórica sobre los orígenes de su profesión, destacando cómo la cirugía moderna nació de una necesidad social urgente y encontró en Cádiz un puerto abierto al mundo para florecer.
Palabras Clave: Real Colegio de Cirugía de Cádiz, Juan Lacomba, Pedro Virgili, historia de la cirugía española.
In the mid-18th century, Spanish surgery was in clear decline, divided between academically trained "Latin" surgeons and poorly educated barbers. The Royal Navy, engaged in global maritime expansion, was forced to rely on foreign professionals. In response to this need, Surgeon General Juan Lacomba and his disciple Pedro Virgili promoted the creation of the Royal College of Naval Surgery in Cádiz in 1748. This institution—pioneering in anatomical, clinical, and operative teaching—marked the beginning of scientific surgery in Spain and became the seed of the later colleges of Barcelona and Madrid. The so-called "Miracle of Cádiz" symbolized the definitive union of Medicine and Surgery, and its legacy endures today in the Faculty of Medicine of Cádiz. This article seeks to offer young surgeons a historical perspective on the origins of their profession, emphasizing how modern surgery arose from an urgent social need and found in Cádiz an open port from which to flourish.
Keywords: Royal College of Surgery of Cádiz, Juan Lacomba, Pedro Virgili, History of Surgery in Spain.
¿Dónde nació realmente la cirugía moderna española? Muchos responderían que en Madrid o Barcelona. Sin embargo, la verdadera semilla germinó en Cádiz, en 1748, con la fundación del Real Colegio de Cirugía de la Armada[1]. Este acontecimiento, considerado por algunos como un auténtico renacimiento quirúrgico[2], marcó un antes y un después en la enseñanza médica y quirúrgica en España. El objetivo de este artículo es ofrecer una perspectiva histórica con valor formativo e inspirador para las nuevas generaciones de cirujanos.
A comienzos del siglo XVIII, la cirugía española estaba sumida en decadencia. La Pragmática de El Pardo (1617) había fragmentado la profesión en cirujanos "latinos", de formación teórica, y cirujanos "romancistas" o barberos, de escasa capacitación[3]. Esta división degradó la práctica quirúrgica, alejó a los mejores estudiantes y vació de contenido las aulas universitarias, donde la disección anatómica había prácticamente desaparecido[3]. La Armada, enfrentada a guerras y largas expediciones ultramarinas, necesitaba profesionales capacitados y se veía obligada a contratar cirujanos extranjeros[2]. Fue en este contexto cuando Juan Lacomba (Jean Le Combe Pandrino), cirujano mayor de la Armada, inició la reforma: creó una escuela anatómica en Cádiz, promovió la disección y estableció las primeras ordenanzas sanitarias de la Armada[1],[4]. Lacomba, de origen francés, había recibido en Europa una formación anatómica y quirúrgica más avanzada que la predominante en España, lo que le permitió implantar una docencia innovadora y rigurosa[1],[4]. Vivió lo suficiente para presenciar la creación del Real Colegio, aunque falleció poco después, el 31 de diciembre de 1748, tras una enfermedad que ya era conocida[4]. De hecho, las últimas gestiones para la aprobación de los Estatutos, en noviembre de aquel año, fueron realizadas por su discípulo Pedro Virgili (Pere Virgili i Bellver)[4]. Con el apoyo del Marqués de la Ensenada, Virgili logró en 1748 la fundación del Real Colegio de Cirugía de la Armada[1],[5]. Cádiz, ciudad abierta al Atlántico, cosmopolita por su comercio con América y alejada del peso de las universidades tradicionales, fue el escenario ideal para este proyecto ilustrado[1],[4]. Su identidad quedó pronto reflejada en un emblema singular: una mano abierta con un ojo en la palma, coronada y rodeada de motivos barrocos, que simbolizaba el lema "Manu qua / auxilio quo" ("De tal mano tal auxilio"), expresión del poder de la formación quirúrgica para diagnosticar y resolver[10] (Figura 1).
Emblema del Real Colegio de Cirugía de la Armada en Cádiz (1748). Consiste en una mano abierta con un ojo en la palma, de cuya muñeca surge una cinta con el lema latino “Manu qua / auxilio quo” (“De tal mano tal auxilio”). El símbolo refleja que la destreza del cirujano, guiada por la observación y el conocimiento, permite identificar y resolver la enfermedad. Fuente: texto de Juan Cabrera; diseño de Antonio Valiente.
El Colegio nació con un objetivo claro: formar cirujanos capaces de ejercer también como médicos. Su plan de estudios, de seis años, incluía Anatomía, Patología, Operaciones, Materia Médica, Botánica y Farmacia[1],[4]. La disección diaria se convirtió en el eje de la docencia, en contraste con la enseñanza universitaria de la época[3]. La vida colegial estaba regida por la disciplina: los alumnos vivían internos, tenían horarios estrictos y debían asistir a sesiones clínicas y a las denominadas Juntas Literarias, según las describe Márquez Espinos, en las que se discutían casos incluso remitidos desde hospitales de ultramar[6]. El Colegio dispuso de biblioteca, jardín botánico y gabinete de historia natural, convirtiéndose en un centro de saber equiparable a los europeos[1],[7]. Un elemento innovador fue el envío de pensionados al extranjero. Estudiantes gaditanos se formaban en París, Londres o Bolonia y, a su regreso, introducían en España las técnicas más avanzadas[4],[8]. Así se consolidó un profesorado con vocación científica, práctica y docente. La culminación llegó en 1791, cuando Medicina y Cirugía se unificaron en un único título, hecho conocido como el "Milagro de Cádiz"[1],[2]. Este fue, además, el primer centro europeo donde oficialmente se unieron Medicina y Cirugía[1]. El modelo se extendió a toda España en 1796, aunque en 1802 ambas disciplinas volvieron a separarse, para reunificarse definitivamente en 1827, continuidad que se mantiene hasta hoy en las Facultades de Medicina[4]. Por primera vez, el cirujano dejaba de ser un barbero para convertirse en un científico reconocido.
El modelo gaditano fue replicado: en 1764 se creó el Real Colegio de Cirugía de Barcelona y en 1787 el de San Carlos en Madrid[2],[9]. Entre sus discípulos destacó Antonio de Gimbernat, célebre por sus aportaciones anatómicas y quirúrgicas que trascendieron fronteras[9]. Los Colegios fueron transformados en 1843 en Facultades de Ciencias Médicas y, en 1845, en Facultades de Medicina[5]. La Facultad de Medicina de Cádiz mantiene hoy la herencia directa de aquel proyecto ilustrado. Para los cirujanos jóvenes del siglo XXI, esta historia aporta una enseñanza esencial: la cirugía moderna española nació de una necesidad social urgente, en un tiempo en que la dignidad del oficio estaba en entredicho. Cádiz demostró que la periferia podía convertirse en vanguardia, y que la innovación surge cuando la sociedad lo reclama y los profesionales responden con rigor y compromiso[7],[8].
El Real Colegio de Cirugía de Cádiz fue la respuesta a una crisis: la falta de cirujanos cualificados en una nación que dependía de ellos para su salud y su poder naval. Representó el paso de una cirugía empírica a una cirugía científica, integrada con la medicina y en contacto con Europa. Recordar su origen no es solo un acto de justicia histórica hacia Cádiz y sus protagonistas, sino también una invitación a los jóvenes cirujanos: nuestra profesión se engrandece cuando responde con ciencia, disciplina, humanidad y visión innovadora a las necesidades de la sociedad.
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