Introducción
Los drenajes quirúrgicos se usan comúnmente de manera profiláctica para diagnosticar y manejar complicaciones como fugas anastomóticas, estos se clasifican como drenajes activos con un sistema de drenaje cerrado de presión negativa y pasivos que funcionan por capilaridad. Actualmente el uso de drenajes en la cavidad abdominal, sigue siendo un tema controvertido y motivo de debate por las complicaciones que pueden ocurrir[1]. Se han informado casos esporádicos de migración del drenaje hacia una víscera hueca, como el drenaje tipo Jackson-Pratt (JP) que se utilizan para drenar fluidos esperados después de una cirugía, las desventajas asociadas con los drenajes JP incluyen infecciones y formación de fístulas, siendo la migración intraluminal del drenaje JP una complicación inusual[2],[3].
Caso clínico
Mujer de 79 años con antecedente de resección de íleon 20 cm aproximadamente y anastomosis primaria con engrapadora a consecuencia de una hernia femoral estrangulada, con la colocación de drenaje tipo Jackson Pratt dirigido hacia el sitio de anastomosis como medida para diagnosticar complicaciones . Durante su postoperatorio presenta fuga de anastomosis (Figura 1). La paciente rechaza procedimiento quirúrgico y se decide manejo conservador, es dada de alta la paciente con drenaje, 4 meses después acude la paciente para resolución quirúrgica, a su ingreso se solicitan laboratorios de control los cuales se encontraban dentro de parámetros normales a la exploración física abdominal no presenta signos de irritación peritoneal. Durante la cirugía se evidencia drenaje intraluminal aproximadamente 10 cm en íleon con trayecto del drenaje a la piel con adherencias y tejido inflamatorio, observando la cavidad abdominal sin fuga de contenido intestinal (Figuras 2 y 3), Se reseca íleon involucrado con reporte histopatológico de trayecto fistuloso de 0.7 cm de eje mayor en sitio de anastomosis, con fibrosis e inflamación crónica. Durante el transoperatorio cursa sin complicaciones y se decide su egreso hospitalario.
Discusión
Las características del material con que está hecho un drenaje, tiene que ser blando para evitar lesiones, no irritante para los tejidos, firme, que permanezca estable en el lugar, resistente a la descompresión y liso para que sea fácil de la extracción[3]. Por ejemplo: los materiales textiles tienen mayor reacción inflamatoria que con los de silicona, al estar hechos de materiales inertes que son capaces de inducir una significativa reacción inflamatoria aséptica a cuerpo extraño, esta respuesta inflamatoria puede producir problemas mecánicos por compresión como adherencias, erosión de órganos vecinos, perforación – fístula y también migrar hacia otros compartimentos del tubo digestivo como en nuestro caso, este tipo de reacción es de lenta evolución y tiende a dar síntomas tardíamente. En el estudio Wilmot del 2007 se reporto la migración intraluminal del drenaje Jackson-Pratt en el sitio de la anastomosis en pacientes sometidos a esofagogastrectomía transhiatal en un 1,6%, como complicación posquirúrgica, el estudio destacó la necesidad de retirar el drenaje para facilitar la curación de la fuga anastomótica[1],[2], por otro lado en el caso de los drenajes activos que funcionan por vacío, Nomura menciona que el drenaje puede aspirar la pared intestinal, iniciando un proceso de isquemia que conduce a la perforación de la pared intestinal[2]. Sin embargo la etiología de este fenómeno aún no está clara[3]. La colocación habitual de drenajes intraoperatorios tiene como objetivo ayudar a los médicos a diagnosticar y tratar las fugas anastomóticas postoperatorias, aunque sigue siendo un tema de discusión por las implicaciones[4],[5].
Conclusión
Hay muy pocos casos reportados en la literatura en cuanto a la migración intraluminal de drenajes intraabdominales, por lo que los médicos deben tomar medidas de esta rara afección en las fístulas intestinales a consecuencia del drenaje que puede tratarse mediante la eliminación controlada y evitar consecuencias que aumente la morbilidad del paciente.