Introducción
El carcinoma de células claras representa el 80% de todos los cánceres de riñón. Los sitios más frecuentes de metástasis suelen ser los pulmones, los ganglios linfáticos, los huesos y el hígado; pero también lo hace en sitios inusuales, siendo la neoplasia primaria maligna más común que metastatiza a la glándula tiroides. La metástasis suele encontrarse sincrónicamente o años después de haber realizado una nefrectomía por carcinoma de células claras, siendo inusual el hallazgo incidental de metástasis de dicho tumor sin tener constancia de la existencia previa del tumor primario. La metástasis solitaria del carcinoma de células claras suele ocurrir entre el 1%-4%, siendo en la glándula tiroidea del 1%, y rara vez genera síntomas compresivos.
La técnica más utilizada para el diagnóstico de metástasis a nivel de la glándula tiroidea es la ecografía cervical, seguida de la tomografía computerizada; pero el estudio histológico mediante biopsia es el que determina el diagnóstico definitivo.
El tratamiento de la metástasis única tiroidea es quirúrgico, siendo el pronóstico bastante favorable, con una tasa de supervivencia a los 5 años del 30-60%.
Los pacientes con diseminación tumoral tienen mal pronóstico, y únicamente deben someterse a cirugía aquellos casos en los que la tiroidectomía permita paliar los síntomas compresivos. Sunitinib podría ser eficaz para el tratamiento de estas metástasis, basándose en la reducción del volumen tiroideo[1].
Se presenta el caso de una paciente de 61 años, que como dato interesante a destacar es un diagnóstico incidental de una metástasis única tiroidea siendo el origen un carcinoma renal de células claras no conocido.
Caso clínico
Se presenta el caso de una mujer de 61 años con antecedentes personales de hipertensión arterial. Comienza estudio en otro centro por bocio multinodular con nódulo dominante en lóbulo tiroideo izquierdo. Se realiza ecografía de tiroides donde se aprecia nódulo sólido de 5,2x3,1cm en lóbulo tiroideo izquierdo (Figura 1).
Se realiza punción aspiración con aguja fina con resultado histológico de proliferación folicular con cambios focales de atipia (Bethesda III). Se repite la punción a los 6 meses, hasta en dos ocasiones, obteniendo el mismo resultado histológico, por lo que se decide intervención quirúrgica realizándose hemitiroidectomía izquierda. El resultado anatomopatológico definitivo fue de carcinoma de células claras de origen renal, de 6,5x5,5cm, con márgenes libres.
Ante estos hallazgos se decide completar estudio con TAC toraco-abdominal, apreciándose masa renal en polo inferior izquierdo de 9 cm sugestiva de neoplasia asi como nódulo suprarrenal izquierdo de 2cm sugestivo de metástasis (Figura 2) .
Se realiza por parte de urología nefrectomía radical izquierda + suprarrenalectomía, y el estudio histológico definitivo fue compatible con un carcinoma renal de células claras, de 9cm, con invasión de la vena renal y márgenes libres. Nódulo suprarrenal compatible con metástasis de carcinoma renal de células claras, de 2cm. Estadío PT3bNxM1.
Seguimiento actual por parte de oncología sin necesidad de tratamiento adyuvante. Mantiene controles analíticos y mediante TAC con buena evolución clínica y libre de enfermedad.
Discusión
La glándula tiroides es un sitio infrecuente de metástasis de diferentes neoplasias malignas primarias. La prevalencia estimada es baja, representando menos del 5 % en comparación con otros órganos como sitios secundarios de metástasis. La mayoría de los pacientes con carcinoma renal de células claras y metástasis tiroideas presentan una masa indolora y, a menudo, pueden diagnosticarse erróneamente de forma inicial como bocio multinodular no tóxico. La posibilidad de encontrar un tumor metastásico incidental en la glándula tiroides de un primario previo desconocido y no diagnosticado representa <1% de las neoplasias malignas[3].
Una teoría detrás de la rareza de tener metástasis en la glándula tiroides es el alto contenido de oxígeno y yodo que previene el crecimiento de lesiones metastásicas. Se encontró que la diseminación metastásica del carcinoma de células renales de células claras a sitios secundarios era más prevalente en pacientes menores de 55 años y afectaba por igual tanto al género masculino como femenino. El tamaño de la metástasis se correlaciona con los síntomas, por lo que se requiere un alto índice de sospecha, ya que las metástasis de tiroides pueden tardar mucho tiempo en desarrollarse y las de menor tamaño no producen síntomas. Cuando produce síntomas, lo más frecuente es disfagia, seguido de disnea o disfonía.
La ecografía puede ser útil para diferenciar las lesiones benignas de aquellas con características de irregularidad, vascularización intranódulo y trombosis venosa que sugieren una lesión cancerosa/metastásica. La punción aspiración con aguja fina puede hacernos sospechar de malignidad pero el diagnóstico definitivo se logra con el estudio histológico de la pieza resecada.
La tiroidectomía suele ser el tratamiento de elección, ya sea total o subtotal, disminuyendo el riesgo de recurrencia con el tiempo. En casos de enfermedad diseminada se opta por terapia sistémica con inmunomoduladores[4],[5].