Caso clínico
Presentamos el caso de una mujer de 56 años que en una exploración rutinaria de ecografía de abdomen por dolor abdominal de carácter inespecífico se visualizó incidentalmente una lesión quística adyacente a la porción superior de la vagina y cérvix uterino con extensión craneal hacia el hilio renal izquierdo.
Se realizó TC abdominopélvico (Figuras 1A y 1B) para caracterización de la lesión en la que se observó una lesión quística simple, sin realce tras la administración de contraste intravenoso y de un tamaño aproximado de 23 mm de diámetro axial, mostrando plano de clivaje con el hilio renal.
Se completó el estudio con RM de pelvis (Figuras 1C y 1D) que confirmó estos hallazgos: presencia de una lesión quística (hiperintensa en secuencias potenciadas en T2 e hipointensa en secuencias potenciadas en T1), sin repleción de la misma tras la administración de contraste en fase tardía y sin comunicación de la lesión con la vejiga urinaria, precisándose su independencia del aparato urinario, por lo que debido a estos hallazgos radiológicos, se concluyó el diagnóstico de quiste gigante del conducto de Gartner.
Inicialmente se mantuvo actitud conservadora. A los meses del diagnóstico la paciente volvió a acudir a urgencias por presentar dolor en flanco izquierdo asociado a leucocitosis y aumento de PCR así como ureterohidronefrosis grado 3 por compresión extrínseca, realizándose el diagnóstico de infección del quiste de Gartner. Se colocó catéter doble J en sistema colector izquierdo y se procedió a drenar el quiste. En controles posteriores se observó resolución de la ureterohidronefrosis y disminución del tamaño lesional (Figura 2).
Discusión
Los quistes del conducto de Gartner son lesiones quísticas benignas que derivan del conducto mesonéfrico o conducto de Wolff. En los varones, durante el periodo embrionario estos conductos forman las vesículas seminales, conductos deferentes y los epidídimos[1]. En la mujer, los conductos de Wolff degeneran en ausencia de testosterona, pero en ocasiones persiste un remanente en la pared vaginal denominado quiste de Gartner. Estos quistes suelen localizarse en el aspecto anterolateral de la vagina, pero pueden hallarse en cualquier localización de la pared vaginal. Los quistes de Gartner pueden asociarse a malformaciones del tracto urinario como uréter ectópico, agenesia o hipoplasia renal unilateral[2].
Frecuentemente, los quistes del conducto de Gartner son pequeños, por lo general menores a 2 cm, y asintomáticos; sin embargo, si son lo suficientemente grandes pueden ocasionar síntomas como dolor abdominal, incontinencia urinaria, infección del tracto urinario o secreción vaginal anormal[3]. En estos casos, son útiles las pruebas de imagen para realizar un diagnóstico diferencial correcto como en nuestro caso. En el diagnóstico diferencial se debe incluir el quiste de Bartolino, el divertículo uretral y el cistocele[2].
En cuanto a las pruebas de imagen, la ecografía y la TC muestran una lesión de aspecto quístico; es decir, en la ecografía como una lesión hipoecogénica bien delimitada y en la TC como una lesión hipodensa. No obstante, y como suele ocurrir con otros quistes, pueden presentar características morfológicas atípicas dependiendo de su contenido y aparecer como una lesión hiperecógena en ecografía e hiperdensa en el TC[4].
La RM es la prueba de elección para realizar el diagnóstico al caracterizar y delimitar mejor la lesión. Al tratarse de una lesión quística, es hiperintensa en secuencias potenciadas en T2 e hipo o isointensa en secuencias potenciadas en T1, esta última variable en función del contenido proteináceo del quiste[4].
El tratamiento suele ser conservador; no obstante, en los quistes de Gartner de mayor tamaño, puede realizarse drenaje[5] o incluso escisión del mismo[1],[6].