Introducción
La enfermedad hidatídica es una parasitosis causada en su mayoría, por el cestodo Echinococcus Granulosus (EG), caracterizada por la aparición de quistes que pueden desarrollarse en diversos órganos, afectando más frecuentemente al hígado (50-60%) y al pulmón (15-30%)[1]. En ocasiones (2%), estos quistes hepáticos pueden romperse al peritoneo, desarrollando una hidatidosis abdominal cuya manifestación es variable, pudiendo ir desde casos asintomáticos hasta cuadros graves de anafilaxia, poniendo en riesgo la vida del paciente[2],[3].
Presentamos el caso de un joven magrebí, diagnosticado de hidatidosis peritoneal difusa cuya primera manifestación fue una hernia inguinal incarcerada.
Caso clínico
Varón de 27 años de edad y origen marroquí, con estancia en España desde hace 2 años, sin antecedentes personales a destacar, salvo tumoración inguinal desde hace un año. Acude al Servicio de Urgencias por dolor intenso y tumoración inguinal derecha irreductible de 12 horas de evolución. A la exploración, se aprecia tumoración que desciende hasta el teste y solicitándose una ecografía inguinal que describe hernia inguinal con participación grasa y datos ecográficos de complicación, por lo que se interviene de forma urgente. En quirófano, se evidencia hernia inguinal indirecta de unos 5 cm de tamaño; al abrir el saco herniario descubrimos el contenido, siendo epiplón sin signos de sufrimiento y en su parte distal una tumoración de unos 4-5 cm de tamaño, pétrea y adyacente al teste derecho, la cual fue extirpada en su totalidad junto al epiplón herniado, respetando los elementos del cordón espermático (Figura 1 A). Se realizó hernioplastia según técnica de Liechtenstein y fue dado de alta al 2º día del postoperatorio sin complicaciones.
El informe definitivo de Anatomía Patológica describía un fragmento de epiplón con cavitación central; un pseudoquiste con pared fibrosa parcialmente calcificada y rota, con intensa reacción granulomatosa, aislados granulomas necrotizantes y presencia de células gigantes multinucleadas. Se realizó PCR de micobacterias en la muestra que fue negativa (Figura 1B).
Dado los hallazgos anatomopatológicos, se inició estudio realizando ecografía y TC abdominal que evidenciaron múltiples imágenes nodulares de aspecto quístico, de paredes discretamente engrosadas y con contenido ecogénico en su interior, avasculares en el estudio Doppler color y localizadas: tres en la superficie subcapsular del lóbulo hepático derecho, alrededor de los segmentos VII y VI, la mayor de 54 mm; otro nódulo adyacente a la pared cecal (16mm) y tres nódulos localizados laterales al tercio medio del recto, además de presentar nódulos calcificados situados a lo largo de la gotiera parietocólica derecha, todo ello compatible con hidatidosis peritoneal difusa, algunos de ellos con signos ecográficos de actividad (Figura 2).
Se completa el estudio con una analítica sanguínea sin datos a destacar y una serología que resulta positiva para EG.
Ante este diagnóstico se inicia tratamiento con Albendazol 400 mg cada 12 horas, manteniéndose el paciente estable, asintomático y pendiente de finalizar tratamiento médico, prescrito 3 meses para posterior reevaluación.
Discusión
La enfermedad hidatídica o equinococosis es una enfermedad endémica en los países del Mediterráneo, Asia, África, Australia, Nueva Zelanda y América del Sur[1],[2]. Se trata de una zoonosis especialmente del perro, siendo el ganado ovino el principal hospedador intermediario. El hombre es un hospedador intermediario accidental que se infecta al ingerir los huevos procedentes de perros infectados[3].
La hidatidosis peritoneal difusa constituye una rara entidad que tiene una presentación variable; sin embargo, la manifestación como hernia inguinal complicada solo se ha informado en muy pocos casos (menos de 6 pacientes en todo el mundo), sobre todo en zonas endémicas. Ningún caso en España de hidatidosis abdominal manifestada como hernia inguinal había sido registrado[4]-[9].
El diagnóstico se realiza fundamentalmente mediante pruebas de imagen (Ecografía, TC y RMN), que proporcionan los datos necesarios para precisar la localización, tamaño y número de las lesiones. También son de ayuda los estudios de laboratorio que pueden presentar alteraciones, aunque inespecíficas, en las enzimas hepáticas como la gamma-glutamil-transpeptidasa, fosfatasa alcalina y bilirrubina, en especial cuando existe afectación hepática. Puede haber leucocitosis; la eosinofilia se encuentra en el 25 al 45% de los pacientes con quiste hidatídico en países occidentales. La serología para la detección de anticuerpos contra EG suele ser positiva, pero un resultado negativo no descarta la enfermedad[2],[10]. El diagnóstico diferencial ante a una tumoración inguinal incluye la hernia inguinal, adenopatía, lipoma e hidrocele quístico del cordón[9].
Sigue manteniéndose la cirugía como el tratamiento de elección, especialmente en casos de quistes hidatídicos grandes y bien localizados y puede asociarse el tratamiento médico con Albendazol/ praziquantel como medida adyuvante dependiendo del tamaño, localización y diseminación de los quistes[2]. El tratamiento médico aislado se reservará para pacientes inoperables, enfermedad diseminada o en el embarazo[1],[2],[7]. Las nuevas modalidades como la técnica PAIR (Punción, Aspiración, Inyección y Re-aspiración), están presentando buenas tasas de éxito[2],[10].
La presentación de la hidatidosis peritoneal como hernia inguinal incarcerada es extremadamente infrecuente, sobre todo en nuestro medio, con menos de 6 casos publicados en la literatura, siendo todos ellos originarios de áreas endémicas; Sin embargo, dado el aumento del fenómeno migratorio en nuestro país de personas originarias de estas áreas geográficas , es una patología a tener en cuenta, así como aquellos pacientes en contacto continuo con animales transmisores de esta parasitosis (ovejas, perros…), que acudan por crecimiento progresivo de una tumoración inguinal.