Introducción
La primera escisión mesorrectal total transanal (TaTME) se realizó en 2009 por Sylla, Rattner, Delgado y Lacy[1], desde entonces su extensión a nivel mundial ha sido progresiva. En la actualidad, la mayoría de las Unidades de Coloproctología de hospitales de primer nivel realizan dicha técnica para tratamiento de cáncer de recto medio-inferior, si bien, tanto la especialización como la necesidad de medios técnicos y humanos precisos para su ejecución son una barrera para la difusión de dicho abordaje.
Las limitaciones técnicas propias del paciente (diámetro pélvico y obesidad) y/o del tumor (tamaño, localización y preservación de esfínteres), no han sido resueltas por completo por laparoscopia. Estos factores pueden dificultar la calidad del mesorrecto resecado, aumentar la tasa de reconversión de la cirugía laparoscopia, influir en los resultados oncológicos y disminuir la tasa de cirugía reconstructiva[2].
La técnica TaTME asistida por laparoscopia aparece como una alternativa de apoyo en el tratamiento del cáncer de recto y de otras patologías rectales, dado que solventa las limitaciones mencionadas al facilitar un margen de resección circunferencial (CRM) más claro, ofrecer una cirugía con preservación de esfínteres y disminuir la realización de incisiones al extraer la muestra por orificios naturales[3].
Selección de pacientes
Si bien la selección de pacientes ha evolucionado con el desarrollo de la técnica, ésta se considera útil para pacientes con diagnóstico de adenocarcinoma de recto medio e inferior con distancia igual o menor a 10 cm del margen anal, aportando ventajas sobre la escisión mesorrectal total laparoscópica (LaTME) en varones con pelvis estrecha, obesidad o útero voluminoso.
Las contraindicaciones para este abordaje son, la afectación de margen circunferencial CRM+, tumores T4 o largos de canal anal, pelvis con intervenciones previas, estenosis canal anal, incontinencia fecal y sepsis perianal.
Necesidades
Material
Se precisan dos torres laparoscópicas, dos unidades de electrocoagulación, un dispositivo de energía y dos insufladores para tener dos campos independientes que puedan funcionar simultáneamente (Figura 1).
En el campo abdominal utilizamos torre con detección ICG con óptica de 30º y en el transanal óptica de 30º, y si es posible la imagen laparoscópica 3D mejora la visión operatoria en la pelvis.
En el campo transanal, la disección se realiza con un electrocauterio de gancho, siendo útil disponer de pinza bipolar para eventuales sangrados. En el campo transabdominal, se pueden usar dispositivos de energía habituales, tipo Harmónico (Ultrasición®) o selladores de vasos (Ligasure Maryland®).
En cuanto a los insufladores, un dispositivo de flujo continuo (Airseal®) proporciona más estabilidad del neumorrecto y una mejor evacuación del humo, mejoran ostensiblemente la visión siendo hoy en día imprescindibles para la realización de un abordaje transanal con seguridad.
El neumorrecto se configura a 15 mmHg a flujos bajos, mientras que el campo abdominal se debe colocar a 12 mmHg mientras trabaja simultáneamente.
El puerto transanal que permite el acceso insuflado al recto y posteriormente a la pelvis tras la sección de la pared rectal. Inicialmente se utilizó para los procedimientos TAMIS y ahora es la plataforma ideal para esta cirugía. Si bien se han utilizados múltiples de dispositivos de acceso tipo TEO, SILS, etc., el más extendido en la actualidad es el GelPoint® Path (Applied Medical Resources Corporation, CA), que ofrece una configuración sencilla y facilita la triangulación de los instrumentos a través de puertos de 5 mm, así como la introducción de un trocar de 8 mm para el insuflador de flujo continuo.
Para la colocación del puerto transanal, así como para el acceso interesfinteriano en tumores bajos es útil el retractor tipo Lone Star, para obtener una adecuada exposición del espacio endoanal e identificar la lesión.
Para la sección del recto y realización de anastomosis se necesitan grapadoras lineales tipo EndoGIA o tecnología Tri-Staple, y grapadora circular tipo CEEA 29 o preferiblemente de mayor calibre con vástago largo para facilitar la anastomosis transanal.
Personal
Una de las mayores dificultades para llevar a cabo este procedimiento de forma simultánea a dos campos es la necesidad de personal, ya que se precisan: dos cirujanos y una enfermera instrumentista al menos para el campo abdominal, dos cirujanos y otra instrumentista para el transanal, así como una enfermera circulante. La realización del procedimiento de forma secuencial si bien necesita la mitad de personal, prolonga los tiempos operatorios y dificulta la comunicación de ambos abordajes (Figura 2).
La participación de un anestesiólogo implicado, es fundamental en la práctica de estos procedimientos y en su manejo intraoperatorio, ya que una relajación inadecuada puede dificultar la técnica por continuos movimientos de "bamboleo" a nivel del recto, llegando a bloquear el dispositivo de flujo continuo por hiperpresión.
Preparación
La preparación sigue principios idénticos a cualquier cirugía laparoscópica de recto:
- Optimización de comorbilidades.
- Cese del consumo de tabaco y alcohol.
- Mejora del estado nutricional. La ingesta de sólidos se detiene seis horas antes de la cirugía. Se pueden administrar líquidos ricos en carbohidratos hasta dos horas antes de la cirugía.
- Preparación mecánica intestinal 48 horas antes.
- Marcaje del estoma: ileostomía y eventual colostomía.
- Posición Lloyd-Davies: Los brazos paralelos al cuerpo se protegen con espuma para evitar la compresión. Se colocan soportes para evitar el desplazamiento en hombros y lateral derecho o si se dispone mejor colchón antideslizante.
- Profilaxis antibiótica en la hora previa a la incisión.
- Lavado de ampolla rectal con yodo diluido antes de iniciar la cirugía.
Preparar la piel con una solución de clorhexidina antes de la colocación de los paños quirúrgicos.
Técnica quirúrgica
Una vez preparados los campos quirúrgicos, el inicio puede ser simultáneo. Se explora la cavidad abdominal y se clampa la luz del colon a nivel del rectosigma para impedir que el neumorrecto dificulte la disección abdominal.
El abordaje transanal comienza con la evaluación inicial del tumor y colocación del retractor Lone-Star. En el cáncer rectal medio a alto, primero se coloca el puerto transanal y luego se construye la bolsa de tabaco, si es un cáncer rectal bajo, el recto se diseca primero con o sin Lone-Star y luego se construye la bolsa de tabaco.
Previo a la ubicación del GelPoint® Path, se usa el dilatador de éste lubricado para facilitar su introducción, plegando la plataforma en forma de U para que ocupe el menor calibre posible, y expandiéndolo tras pasar el anillo esfinteriano para posteriormente fijarlo a la piel con puntos de seda a las tres y nueve horas.
Los trocares perforan la tapa de gel a las dos, seis y once horas. Si se usa un sistema de insuflación continua, el trocar Airseal generalmente se coloca a las dos horas, si bien esta distribución es variable según los grupos. Posteriormente se ajusta y cierra la tapa.
En cuanto a la sutura de la bolsa de tabaco, se utiliza para cerrar la luz rectal por debajo del tumor, asegurando un margen oncológico: 5 cm para el cáncer rectal alto, 2 cm para el cáncer rectal medio y en el margen macroscópico libre en tumores bajos. Por ahora, un margen microscópico de 1 mm en la submucosa es suficiente.
Se utiliza una sutura de monofilamento polipropileno del 0 con aguja de 1/2 26 mm, comenzando a las doce en punto y continuando en el sentido de las agujas del reloj con un espacio de 1-2 mm entre los puntos. En las mujeres, los puntos anteriores deben colocarse cuidadosamente para evitar suturar la pared vaginal.
Una vez completada la jareta, se anuda endoluminalmente con un empujador de nudos o fuera después de quitar la tapa del puerto.
Con la bolsa atada, la tapa se coloca de nuevo y se establece el neumorrecto. Con la ayuda del gancho de electrocoagulación, la mucosa rectal se marca circunferencialmente, aproximadamente a 1 cm del nudo de la bolsa de tabaco, donde terminan los pliegues de la mucosa. Se hacen pequeñas marcas que se conectarán después progresando la disección de la mucosa a un grosor completo, seccionando la pared rectal para continuar a lo largo del mesorrecto (Tabla 1).
Tabla 1
La progresión de la disección se debe hacer circunferencialmente, evitando la creación de un embudo por el avance desigual de los lados (Figura 3).
Cara anterior
Identificación del músculo rectouretral: en la cara anterior de 11 a 1 h, tras la sección de la pared rectal se identifica el músculo rectouretral (difícilmente identificable por vía abdominal), las fibras musculares lisas de dicho músculo deben ser resecadas para acceder a la próstata.
Disección de la cara posterior de la próstata: cuando se reseca el músculo rectouretral, la glándula prostática queda expuesta, progresando por su cara posterior se accede a la fascia de Denonvillers íntimamente adherida, que se reseca pudiéndose ver las vesículas seminales. La separación entre la vesícula seminal y la fascia de Denonvilliers conduce a la reflexión peritoneal.
Cara posterior
Tras la apertura de la pared rectal posterior aparece el músculo recto-coccígeo que debe ser resecado. En esta zona la fascia endopélvica y la fascia propia del recto están estrechamente adheridos, la disección es más fácil a las 5 y 7 h que posterior. La sección del músculo recto-coccígeo debe llevar a la identificación del mesorrecto, evitando la lesión venosa en la cara anterior del sacro y la lesión nerviosa en el lado lateral. Una vez que la disección alcanza el nivel S2-S3 se realiza tracción hacia arriba del recto hasta completar la disección.
Cara anterior y lateral
Identificación del haz neurovascular (NVB). En la pared anterior se diseca al nivel de vesícula seminal, realizando tracción del recto al interior, preservando los nervios.
Identificación del plexo pélvico y disección del ligamento lateral. Para evitar la lesión de este plexo es importante identificar el mesorrecto en la pared posterior, y sin desviarse continuar hacia la pared lateral traccionando del recto hacia la línea media.
Apertura de la reflexión peritoneal
Una vez pasada la disección de las vesículas seminales se reconoce el peritoneo que tras su apertura conecta con el abdomen, siendo este el momento de igualar las presiones de ambos campos. A continuación, se realiza la sección circunferencial del peritoneo hasta quedar totalmente libre el recto con su mesorrecto.
Una vez terminada la movilización del recto y colon izquierdo se procede a la extracción de la pieza, preparando el descenso de colon para la realización de la anastomosis: la extracción se puede realizar de dos formas: transanal o transabdominal. Consideramos que en el caso de lesiones de gran tamaño, mesocolon y/o mesorrecto voluminosos, o disparidad entre el tamaño de la pieza quirúrgica y el diámetro de la pelvis, la extracción de la pieza puede realizarse por vía abdominal. En caso de extracción de la pieza por vía transanal, es conveniente que previamente se realice la sección del mesocolon proximal a los vasos disminuyendo así las lesiones de la arcada vascular.
Previo a la sección proximal del colon, se evalúa la perfusión mediante la inyección de verde indocianina (ICG) en vena periférica, comprobando en el monitor de laparoscopia el correcto lugar de corte donde se realizará la anastomosis, con el fin de disminuir la fuga de ésta.
La técnica de anastomosis puede ser mecánica o manual. Para la anastomosis mecánica, se coloca el cabezal del dispositivo según técnica clásica y luego se ensambla en la endograpadora circular para una anastomosis latero-terminal preferiblemente o simplemente término-terminal convencional. Para este tipo de anastomosis son útiles la grapadoras circulares EEA de calibres de 28 a 33 mm con vástago largo que facilitan su acoplamiento por vía transanal, confeccionando previamente una bolsa de tabaco en el muñón rectal distal que se anudará sobre dicho vástago para cerrar éste.
En el caso de resecciones interesfinterianas o ultrabajas se realiza una anastomosis coloanal manual[4] (Figura 4). En todos los casos se realiza una ileostomía de protección y se deja un drenaje adyacente a la anastomosis.
Resultados
El abordaje transanal del cáncer de recto está en continuo desarrollo actualmente. Los resultados oncológicos a corto plazo son esperanzadores sin añadir morbilidad a la cirugía y facilitando técnicamente el abordaje del cáncer de recto inferior, si bien, faltan resultados oncológicos y de calidad de vida a largo plazo[5].
Metanálisis recientes mostraron que la TaTME tuvo una tasa más baja de mesorrecto incompleto (OR = 0,29, 95% CI: 0,10 a 0,84, P=0,02), menor tasa de complicaciones (OR = 0,59, 95% CI: 0,35 a 0,97 , P=0,04) y la estancia hospitalaria más corta (DM = -1,66, IC 95%: -3,22 a -0,11, P=0,04) que las LaTME, con diferencias estadísticamente significativas. En términos de tiempo de operación (DM = -14,49, IC 95%: -37,87 a 8,90, P=0,22), número de ganglios linfáticos recolectados (DM = -0,45, IC 95%: -1,98 a 1,08, P=0,56), tasa de conversión (OR = 0,31, IC 95%: 0,08 a 1,24, P=0,10) y tasa de margen de resección circunferencial positivo (OR = 0,43; IC 95%: 0,17 a 1,04, P=0,06) no hubo diferencias significativas diferencias entre dos grupos.
En comparación con la LaTME, la TaTME tiene una eficacia a corto plazo similar para el cáncer de recto, pero puede reducir la tasa de complicaciones y el índice de mesorrecto incompleto[6].
A la espera de resultados definitivos de ensayos multicéntricos randomizados como el COLOR III, se piensa que la diferencia en la afectación del CRM entre las dos estrategias de tratamiento es a favor del TaTME. Por lo tanto, se espera que TaTME sea superior a la TME laparoscópica en términos de resultados oncológicos en el caso de carcinomas rectales medios y bajos[7].
Conclusiones
La TaTME es una técnica quirúrgica en desarrollo que precisa del estudio y conocimiento de una región anatómica desconocida hasta ahora por el cirujano. La estandarización de la técnica y el aprendizaje tutelado es de gran importancia para evitar lesiones indeseadas así como resecciones no oncológicas de tumores rectales.
Si bien dicha técnica parece aportar grandes ventajas en pacientes seleccionados con resultados oncológicos y perioperatorios aceptables, se requieren ensayos controlados aleatorios multicéntricos para evaluar adicionalmente la eficacia y seguridad de TaTME[8],[9].