Introducción
El condiloma anal gigante, también llamado tumor de Buschke-Löwenstein, es una enfermedad de transmisión sexual rara que involucra la región ano-genital con potencial de degeneración maligna en carcinoma escamoso invasivo[1], [2]. La escisión quirúrgica completa y amplia es el tratamiento de elección para evitar la recurrencia. La reconstrucción suele ser compleja y puede precisar amputación abdomino-perineal si en el estudio histopatológico no se descarta malignidad[3], [4].
Caso clínico
Presentamos el caso de una paciente mujer de 49 años que acude derivada de su médico de atención primaria por lesión perianal extensa que le ocasiona proctalgia aguda y estreñimiento. Los antecedentes personales son diabetes insulinodependiente de mal control y trastorno bipolar con tendencia a la hipersexualidad.
A la exploración presenta lesión condilomatosa gigante que ocupa todo el canal anal (Figura 1) y en rectoscopia no se propaga más allá de 4 cm del margen anal, sin existir signos de malignidad.
Tras biopsia y confirmación de condilomatosis y sin evidencia de focos de displasia severa se decide intervención preferente realizando exéresis amplía con resección mucosa (respetando esfínter anal interno y externo) y reconstrucción con plastia y colgajos de avance (Figura 2).
El estudio histológico concluyó condilomas acuminados gigantes (neoplasia intraepitelial anal de bajo grado AIN-1, sin focos de displasia de alto grado ni signos de invasión estromal, con estudio inmunohistoquímico negativo para P16). El postoperatorio requirió curas mantenidas y no ha presentado signos de recidiva a los 2 años de seguimiento.
Discusión
El condiloma anal gigante (tumoración de Buschke-Löwenstein) es una patología poco frecuente y con pocos artículos en la literatura mundial[1], [4]. La Escisión completa quirúrgica sigue siendo el mejor tratamiento aunque su recurrencia puede ser elevada si no se realiza exéresis amplia[5], [6]. No hay bibliografía suficiente para recomendar ningún tratamiento médico adyuvante como el interferón, la radioterapia o la quimioterapia, siendo la cirugía de la zona la técnica que consigue mejores resultados[3], [7]. Si se confirma malignidad en las exploraciones preoperatorias podemos realizar neoadyuvancia con quimio-radioterapia local[2], [4]. Tras la cirugía si la invasión del recto se confirma en estudio histopatológico la amputación abdominoperineal suele ser recomendada, aunque hay autores que han propuesto proseguir con quimioterapia y resección de la zona afecta[1], [3], [7].